La importancia de “ser” el “otro” - ABRIL DEL 2013 -
Por Lucio Pedro Aberastain Ponte
Pechera, bandera, brazalete. Es la señalización de una militancia y es mojón que indica y da lugar de pertenencia; elementos que empiezan a importar más cuando la exhibición de los colores se da en el ámbito de una decidida acción “por y para los otros”.
En el caso más reciente de nuestra historia común, en medio del desastre con el “gusto amargo de la muerte” y la sensación del abandono institucional, nos ubicamos en La Plata, la que fuera “Ciudad Eva Perón”, orgullosa del fervor y de la acción de las juventudes esclarecidas de la Patria.
Epicentro de los más descarnados comentarios y operaciones periodísticas desde el 3 de abril en adelante, pasado el día 2, con un marcado escenario de desconcierto por la magnitud de una lluvia inusual, por su descomunal abundancia, que inundó barriadas platenses, sin servicio eléctrico y con la telefonía ausente, la crítica mediática empezó a centrarse desde los primeros atisbos de la organización militante de la solidaridad popular.
El circuito cuasi informal de los medios al que se podía acceder por medio de los celulares sintonizando la Frecuencia Modulada, en su mayoría operó desconociendo lo terrible de la situación que ya se ensañaba con miles de familias en madrugada del día 3 de abril. Esas emisoras radiales siguieron propalando solamente música, como en una noche más.
La Radio FM dedicada principalmente a difundir la temática deportiva, apéndice de la editorial canalla de la Diagonal 80 (que desde estas páginas hemos señalado como el Clarín de La Plata) empezó a preguntarse con insólita y marcada timidez por las causas del desastre, casi en simultáneo con la info del primer muerto en la tragedia, pero, también en simultáneo a eso –conocida la decisión de agrupaciones con predicamento territorial de encarar acciones de recolección de elementos vitales para los inundados y evacuados- inició la acción destructiva de poner a “la política” en el peor de los lugares, mientras sustentaba su propia y oportunista campaña de posicionamiento empresarial, vendiendo sus virtudes.
Se escuchó, en las horas que siguieron, cómo desde los micrófonos de La Redonda se replicaban las arengas de TN, Canal 13 y cómo iban a repetición los comentarios de Clarín y la Nación.
La “inconveniencia” de mostrar un esquema de organización política y social contrastó, en esos discursos, con la oferta de bocas recaudadoras como la Catedral de la CABA, o los locales de la Cruz Roja, donde pecheras y brazaletes y uniformes de los “scouts” no fueron rozados por comentario descalificante alguno. La Redonda se dedicó sistemáticamente a aplastar a Kolina, La Cámpora, Movimiento Evita, JP, mientras daba aliento a sus oyentes de “punto fijo” que acusaban “falta de transparencia, injerencia de la política, uso de la desgracia ajena”. Todo esto mientras se hacía cada vez más evidente, con el correr de las horas, que se daba protección a la “ausencia” de la Municipalidad de La Plata, se cubría a su principal responsable por permanecer escondido en un viaje vacacional en tierras brasileñas y, a la vez, se encubría a una empresa como EDELAP que “no movió las patas” en el medio del desastre.
Del Código de Planificación Urbana vulnerado por Pablo Bruera nada se dijo en las transmisiones que rescataban la loable intervención de grupos simpatizantes de los equipos de fútbol tradicionales de la capital bonaerense, desde los medios gráficos, radiales y televisivos del Grupo Kraiselburd. Así, como en la Capital Federal fue escamoteada la información sobre Mauricio Macri, o como los ya acostumbrados silencios que se dan en oportunidad de los atropellos del gobernador lacavanista De la Sota, en Córdoba.
“Más allá del desencuentro de la foto de Bruera, debemos destacar
–escuché a las 3 de la mañana- que la gente es solidaria y ayuda en esta desgracia, pero no a los que hacen política y son oportunistas”.
Después, desde la mesa, te daban una lista larga de agrupaciones políticas de los dos clubes, con nombre y apellido de los dirigentes, destacando los 10 colchones, las 10 bolsas de ropa y las 20 botellas de agua mineral aportados.
Del desquicio provocado por la ausencia de “barrido”, de “tareas de zanjeo y de limpieza de zanjas”, de “obras esenciales”… nada.
Lo cierto es que mientras en los medios de prensa se hablaba, y mucho, en contra de la política, cientos, miles de jóvenes usaban su tiempo y ponían el cuerpo en tareas de voluntariado comprometido, aun aquellos que sufrieron daños y pérdidas por causa del meteoro.
Los jóvenes dieron y siguen dando el ejemplo de organización y movilización por “los otros”. Ya lo dijo Cristina, la presidenta de la Argentina: “La Patria es el otro”. Y qué sublime que resulta la lección del entendimiento, cuando a los eternamente denostados por tener poca edad se los ve con ese concepto incorporado a su acervo de persona, con carácter de “función”. Porque no es un trabajo por el que se recibe remuneración. Porque no es una vidriera para el “estrellato”.
Y esto porque los miles de platenses y jóvenes de todos los puntos de la provincia de Buenos Aires y del país que fueron a hacer sus aportes a los clubes de barrio y a las unidades básicas del peronismo kirchnerista, lo hicieron a sabiendas de que allí, los elementos entregados serían clasificados, ordenados y distribuidos por los mismo militantes que desde hace años están en los barrios encarando jornadas de trabajo solidario, desmalezando, aportando equipos de salud para la prevención, o dando a la comunidad clases de apoyo escolar, tardes de esparcimiento para los pibes, pintando y refaccionando las casas derruidas de las vecinas, colocando puentes y señalizando en lugares de peligro.
La siembra del Odio
En la mayor concentración platense del esquema de ayuda solidaria acercada por los habitantes de la ciudad, la Facultad de Periodismo de la UNLP se constituyó en bastión del trabajo militante hasta el agotamiento de las fuerzas; allí fue donde “Unidos y Organizados”, con toda la estructura de la militancia puesta al servicio de una causa que con un muy amplio alcance del universo de población asistir no reconoció ni exigió la identificación de “nadie” con colores partidarios o de sector.
Pero los ataques periodísticos siguieron y la “opinión” se transformó en mandato. Entonces, en esa línea discursiva, “las pecheras” resultaron ser, en boca de comunicadores como Eliaschev, Ruiz Guiñazú, Leuco, Morales Solá, Gelblung, Lanata, Castro, entre muchos más, algo más peligroso que las fuerzas de choque (grupos de tareas) de patrones sindicales (Pata Medina de la UOCRA La Plata) que ordenaron –de mínima- la golpiza a nuestros jóvenes (varones y mujeres) que limpiaban las castigadas casas y calles en el Barrio Tolosa, en donde acercaban ayudas concretas.
Un apotegma/consigna de la política sana, de esa que bien entendida contempla y se concibe desde el compromiso social, reza: “No importa quién lleva el palo; lo que importa es la Bandera”.
Lo cierto es que no se ha visto, no hemos visto, a nadie de los niveles de conducción de las agrupaciones y colectivos que intervinieron e intervienen para solventar la emergencia de las familias inundadas, “hacer” política a caballo de los despliegues concretados.
Sí presenciamos el ominoso escenario planteado por la contraria, con el fogoneo permanente del odio desde las usinas de los medios hegemónicos, con el fomento de mezquindades y de temores infundados. Persiguieron, y lo siguen haciendo, que la desmovilización social les lleve agua a su molino.
La cosecha del Amor
Las pecheras siguen presentes en aquellos lugares donde hace falta, todavía, que la común unión de personas, ideas y esfuerzos, obren y sirvan para resolver crisis personales que en no pocos casos rozaron la trama feroz del drama.
La cosa pública, la res pública, ha sido puesta en cuestión, una vez más, por personeros de la anti política, que es el ámbito más propicio para que los mandamases de la formación de precios y del poder financiero concentrado puedan seguir con sus negociados a espaldas del Pueblo; el negocio para ellos es que haya “menos política” y claro está, las pecheras molestan porque cada militante que las porta es testimonio de que hay un Estado presente, activo y gestionado desde el compromiso, en el Amor irrestricto a los que menos tienen, en el Amor a aquellos que, aun en coyunturas desgraciadas, padecen por ser víctimas de una eventual calamidad.
Así quedó demostrado, en el pico de la emergencia asistencial, en La Plata, con la presencia, participación, ocupación y preocupación puesta de manifiesto por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien, como en ocasión del aluvión acaecido en Tartagal, Salta, estuvo al lado de los brigadistas populares, para escrutar, analizar e impartir directivas.
Lo cierto es que de tanto negar la realidad, de tanto predicar por la “no” política, van reduciendo sus posibilidades de inserción en la sociedad, que cada vez sintoniza menos sus radios, canales de TV y compra menos sus diarios.
A pesar de este armado perverso de la “prensa canalla”, la realidad en los barrios de La Plata y de la Patria, cientos de miles de jóvenes van cada día a dar su trabajo voluntario, solo a cambio del premio grande de dotar a la sociedad de la que son parte de un plus de dignidad que es la satisfacción de las necesidades de los otros, a los que ven y sienten como hermanos. Valga entonces el reconocimiento a los equipos médicos, a los sanitaristas, a los uniformados de todas las fuerzas que se unieron a estudiantes y trabajadores, a las maestras comprometidas y todas y todos los que desde cada lugar aportan su cuota de ganas para fortalecer la entretela social que también es nutrida en la Argentina que Trabaja, con “calorías afectivas” y con Proyecto Nacional.
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