EL VELORIO DE K Y ESTE CIELO QUE LLORÓ TRES VECES
Por Lucio Pedro Aberastain Ponte Bancas Bancadas ALUVIÓN POPULAR (Revista) INP DBN https://patriaqeresiste.blogspot.com/
RESCATE/// nota escrita en octubre del 2010
Y nos mojó a todos por igual. Te diste cuenta, gorila, que la lluvia no es selectiva, que moja a los hijos de puta como vos, si los agarra en la calle, mismamente que lo moja al negro villero, a la maestra pobre o al tipo aquel que vuelve reventado de laburar (porque ahora hay más trabajo).
Lo cierto es que a Néstor Kirchner se lo empezó a despedir desde minutos después de conocerse la noticia de muerte.
La Plaza de Perón ensayó sus temblores de costumbre (porque esa Plaza intuye y lo sabe todo); supo la plaza, con los primeros cientos que llegaban en la aciaga y radiante mañana del 27 de octubre, que otra vez iba a ser preñada de Pueblo, dominada y sometida toda ella por el Pueblo; y se regocijó, porque eso, a esa plaza peronista, la hace feliz.
Se preparó entonces para dar lo mejor, como ella sabe hacer desde el 17 de octubre fundacional.
La lluvia sobrevino después, cuando nuestro héroe ilustre de la revolución peronista estaba llegando; restos mortales (no sobras) acompañados por todo el amor y la entereza de su compañera, la Cristina esposa, madre, el amor de su vida.
Sabés gorila que a partir de las primeras horas del 28 el cielo argentino decidió llorar, por tercera vez en lo que va de nuestra historia doliente de las despedidas que más sentimos; y lloró lloviendo para que nosotros, pibes, jóvenes, viejos, laburantes, artistas, militantes, putos, indios, nos anoticiemos, todos, de la importancia de esta hora.
Empezó con unos pocos cientos, cuando en algunas casas de los barrios acomodados se festejaba la certeza del desenlace.
A paso firme y sostenido, por las calles del centro porteño, aparecieron, en grupos, en el desorden de esas soledades que arrastran los pies para buscar compañías y consuelos, puñados de argentinos sin pretensión de multitud, sí de presencia que aporta.
El primer clavel dejado en la reja de La Rosada , estuvo en soledad por escasos minutos. Casi enseguida, la cartulina blanca se le acopló en la vigilia: “Gracias Néstor!!! Nunca te olvidaremos”.
Las calles se poblaron y los pocos cientos con otros miles constituyeron una marea.
En las radios y portales de Internet el odio de los punteros corporativos empezó a hacer lo suyo; en las cuevas del cipayaje político se tejieron explicaciones y gestos de convivencia. La caranchada por la cloaca, el Pueblo ganando las avenidas.
Autoconvocados, familias, estudiantinas de secundarios y universitarios entrados a la política de la mano de Néstor y Cristina movilizados junto a los obreros, con cualquier trapo que “sirva de bandera”: A ESTAR.
Hasta los que nunca participaron salieron el 27 a ubicar su lugar en la Historia.
La Marcha Peronista se cantó en las estaciones ferroviarias pobladas de personas, de a poco, como madurando lo que está por venir. Las expresiones del dolor más profundo convivieron con las evocaciones y recuerdos alegres de los encuentros con el líder.
En las provincias, desde las periferias, se preparaban marchas y homenajes.
Entrada la tarde, la Plaza de Mayo ya era trajinada por cientos de miles de fatigas que iban y venían en el sostenido circular de humanidades que intentaban atrapar –para atesorar- los mejores gestos del conductor caído.
Las interpretaciones mezquinas de Rosendo Fraga, Lanata y los canallas de las corporaciones mediáticas, encontraban destino de basurero mientras que las columnas venían marchando.
“Este Pueblo no cambia de idea…”
Y las banderas poblaron esa línea que se recorta sobre el horizonte breve que la visual te permite allí. Lo político, lo social, lo descarnadamente popular con sentido nacional apareció, irrumpió, para estallar, por muchas veces, en la reiteración de las consignas que ayudaron a mitigar las angustias con destellos de regocijo porque estaban para velar al muerto pero también para celebrar su vida.
“AAAAANDATE COBOS, LA PUTA QUE TE PARIÓ…”
“NÉSTOR NO SE MURIÓ, NÉSTOR NO SE MURIÓ, QUE SE MUERA MAÑETO LA PUTA MADRE QUE LO PARIÓ…”
No se esperaban discursos y empezaba a caer la tarde sin sombras dolientes. Esas siluetas reambulantes unas, estáticas otras, las de mis hermanas y hermanos, hicieron que me reconociera en los abrazos sentidos que me emparentaron con desconocidos por los cuales daría la vida.
La masa no se inclinó esa tarde de espera; se mantuvo firme y erecta en la espera, auyentando todo desconcierto.
Otra vez la Marchita , atronando en miles y miles de gargantas.
La Juventud Peronista afirmó en esas horas que “el legado de Néstor es una orden para continuar la Lucha ”.
Se me acerca un hombre muy mayor. Al cuello una bandera argentina con inscripciones. Me toma la mano, me mira a los ojos. Cantamos, los dos: “POR LOS PRINCIPIOS SOCIALES…”
La hija del hombre me cuenta que son de Arenales; que el viejo se había escapado y se venía solo a Buenos Aires a despedirlo a Néstor. En la bandera dice: “La vida por Perón”. La sangre, como ya sabemos todos, no solamente sirve para ser derramada, porque una vez derramada escribe páginas de la historia.
“CRISTINA, CRISTINA, CRISTINA CORAZÓN, ACÁ ESTÁN LOS PIBES PARA LA LIBERACIÓN ”.
Se resuelve la jornada del 27; muchos se quedaron “velando”, a la espera; ya se sabe que Néstor Kirchner será velado en La Rosada , en el Salón de los Héroes Latinoamericanos por decisión de Cristina. La Juventud gloriosa hace el aguante.
El 28 de octubre
Se dispone todo para que el féretro sea visitado por el Pueblo. Cristina Fernández, la presidenta de los argentinos, en el dolor profundo de la pérdida, muestra su entereza; de a miles por hora, gentes de todas las condiciones sociales, pasaron por ese corredor del tributo y el homenaje. Más de 26 horas de desfile de voluntades que agradecieron viviendas, trabajos, jubilaciones, oportunidades de estudio.
Los canallas de la corporación política intentaron emboscadas, pero nos les resultaron.
Apabullados por el peso de la movilización de masas más importante desde la muerte del General Perón, tuvieron que ensayar consideraciones que en algunos casos se parecieron más a vergonzosos pedidos de disculpas ante una sociedad que se mostró mayoritariamente en el reconocimiento al estadista que rescató a la Argentina de la disolución.
Llueve. Y más se empecinan todos por estar en las filas, por andar esos pasos cortos; y se afanan por llegar y mostrar respeto; quieren llegar para cantarle al muerto, para decirle a Cristina que están con ella, que van a estar con y para ella porque saben que ella está en la vereda de los humildes y todavía hay tarea por hacer.
Río Gallegos
La ciudad natal de Néstor Carlos Kirchner, recibió al hijo pródigo el 29, también con el marco de una marea humana tan consternada y doliente como agradecida.
La denostación de la figura del dos veces gobernador Kirchner, declamada por los enemigos políticos que perdieron el blindaje de impunidad con el que hacían su agosto en Santa Cruz, no frenó la movilización más importante en la historia de la provincia austral.
La impronta de “restaurador”, de la confianza en la política, de la autoridad presidencial, de los Derechos Humanos y de los derechos civiles y laborales, quedó plasmada con una sucesión de despedidas que, a todas luces, son un “hasta siempre; hasta la Victoria ”. Eso solamente se lo ganan los que construyen en base al amor y dan su vida como ofrenda a lo más sagrado de la Patria : el Pueblo.
El cielo lloró tres veces: por Evita, por Perón y por Néstor; el Pueblo llorará todavía mucho más en cada oportunidad en que recuerde sus momentos más felices, cuando se le presente la figura del mejor de nosotros, el que nos sanó de la desesperanza y del no te metás.
Néstor Kirchner devolvió lo que los traidores nos arrebataron. Se hizo cargo de todo y resolvió los problemas que nos habían sumido en un letargo anquilosante, en el principio del Siglo.
“Néstor con Perón, Cristina con el Pueblo” es más que una consigna. Es nuestra realidad determinantemente presente, de cara al futuro inmediato.
¡Sepamos estar a la altura de tan tamaña como hermosa responsabilidad!
La entereza presidencial
Los que quisieron verla a Cristina desencajada, claudicante, con vacilaciones, no pudieron.
Es que no la conocen ni la interpretan, así como nunca pudieron conocerlo a Néstor porque estaban ocupados intentando socavarlo.
Lo cierto es que en no pocas oportunidades, Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta de los argentinos, dejó su lugar al lado del féretro, para consolar ella a los dolientes.
Desde la emoción bien adentro, en ningún momento perdió el eje del mando.
Tan es así que debió proteger a manifestantes del accionar de policías que durante el cortejo fúnebre, en tránsito hacia el Aeroparque metropolitano, apartaban con violencia a los manifestantes que querían acercarse para dar el último adiós.
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